
El sábado nos devuelven las alas. Porque para un corredor, aunque esto genere tanta mofa -y está bien, qué caray-, poder correr equivale a libertad, a disfrute, a volar. Pero, ojo, que no nos las tengan que cortar ya el primer día. Todos tenemos almacenado en la memoria el recuerdo de la fotografías y los vídeos de la primera gran licencia de esta vuelta paulatina a la normalidad: la salida con los niños. Y encima se da la coincidencia de que lo más bochornoso parece ser que se produjo en el Jardín del Turia, en el viejo cauce, justo al lado del Circuit 5K. Así que, ante todo, paciencia.
No tiene sentido, después de tantos y tantos días recluidos en casa, fastidiarla a la primera, cuando, en teoría, vamos a tener muchos más días por delante. Aunque a todos nos apetezca volver a correr, aunque todos hayamos ido descontando los días hasta el señalado 2 de mayo. Porque, para el corredor, el 2 se ha comido al 1. El día del corredor ha devorado, solo faltaría, al día del trabajador.
Y sí, yo también me visualizo corriendo con música de Wagner atronando de fondo, como aquellos helicópteros del ‘Apocalypse Now’ de Coppola sobrevolando Vietnam, pero quizá haya que rebajar las expectativas.
Yo me debato entre salir a celebrar el pseudo día del corredor o esperarme a que se pase la histeria. No me gusta la gente que se pone nerviosa, no me gustan las masas y no me gustan las colas. Porque si hay que guardar diez metros de distancia entre un trotón y otro, cómo lo harán, cómo la haremos, para que quepamos todos en aquellos lugares donde acuda el gentío. Porque estoy seguro de que el río y el paseo marítimo corren riesgo de colapso. Ya veremos…
No pasa nada si durante dos semanas lucimos un trote menos llamativo, más modesto, pero también más prudente.
Hay que ser inteligente. Y al principio ponerse retos menores. Conformarse con correr. Correr un rato y ya está. Igual es preferible buscar un recorrido menos apetecible y vistoso para estos primeros días que volver al río, donde todo el mundo, por el simple hecho de que es el mejor lugar para correr, donde tenemos esas referencias que nos conocemos de memoria, puede acabar coincidiendo.
Y no te vuelvas loco. A ver si has estado mirando la calle con ojitos de Garfield durante semanas y ahora que puedes volver a machacarla con tus zapas, te vas a lesionar por ansioso. Que no pasa nada si durante una o dos semanas lucimos un trote menos llamativo, más modesto, pero también más prudente y así evitamos lesionarnos y acabar sin poder salir a correr con la autorización ya restaurada, que eso sí que sería triste.
En fin, elijas lo que elijas, feliz día del corredor.
Los que tenemos la suerte de vivir fuera de Valencia, en mi caso Rocafort, tenemos kms y kms de «huerta vaciada» para disfrutar del sonido de nuestra zancada sin cruzarnos con nadie o casi nadie… y más cuando el sol aún ni siquiera ha asomado. Enhorabuena x el artículo!!
Gran reflexión y gran artículo, que lo lean todos los corredores antes de salir por favor.
Grande Fernando Miñana.