En algún momento de tus entrenamientos o carreras lo habrás notado. Esa molestia a la que no le das importancia. Y te habrás preguntado si debes parar o no. ¿El dolor debe forma parte de tu entrene? Desde la Unidad de Salud Deportiva del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre responden a algunas de tus dudas.

¿Cuánta fatiga es necesaria para mejorar? ¿El dolor debe ser parte del entrenamiento?
El famoso axioma ‘no pain, no gain’ sigue, por desgracia, muy arraigado entre algunos corredores y grupos de entrenamiento. La ciencia ha demostrado de manera fehaciente que en ningún nivel de rendimiento (ni siquiera en deportistas profesionales, y por supuesto mucho menos en personas que corren recreacionalmente) es necesario llegar ‘día sí, día también’ hasta a la extenuación para mejorar.
¿Qué ocurre si nuestra percepción de esfuerzo después de entrenar es siempre de 10 sobre 10?
Si siempre entrenamos al límite de nuestras posibilidades, además de estar incurriendo en un elevado riesgo de acabar cayendo en un estado de sobreentrenamiento, solo estaremos mejorando una parte de nuestro motor. Siguiendo con el símil automovilístico, estaremos agotando nuestro límite adaptativo en el rango más alto de revoluciones, mientras que los rangos medio y bajo apenas estarán desarrollados. Además, la fatiga residual cuando entrenamos hasta la extenuación es mucho mayor, dificultando en gran medida la continuidad de los entrenamientos y promoviendo un catabolismo muscular y un estado oxidativo e inflamatorio nada recomendable desde una óptica de salud.
¿Es recomendable entonces detener un entrenamiento si noto un dolor persistente?
Por supuesto. Independientemente de tu nivel de condición física, un entrenamiento nunca debería ser doloroso. Ni siquiera debería ser siempre extenuante, como ya hemos advertido antes. En la alternancia entre sesiones que generen mayor y menor fatiga radicará una de las claves para mejorar a medio y sobre todo a largo plazo.
¿Eso significa que tampoco debería tener agujetas después de entrenar o en el día(s) posterior(es)?
No. Es importante que aclaremos este extremo. En función de tu aptitud y de lo acostumbrado/a que estés al ejercicio concreto que realices, sí es posible que aparezca un dolor muscular de aparición tardía (las famosas agujetas). No obstante, conforme tu nivel de entrenamiento vaya incrementándose, tanto la incidencia como la magnitud del dolor debería disminuir. Eso sí, siempre que incorpores nuevos estímulos de entrenamiento (especialmente si se trata de ejercicios con un elevado componente excéntrico) ahí estarán las agujetas para recordarte que tu organismo está en proceso de adaptación al cambio.
¿Puede ser peligroso seguir entrenando con un dolor que no cesa?
El dolor es un mecanismo de alerta del organismo, de modo que no escucharlo aumenta por supuesto el riesgo de sufrir una lesión aguda o agravar una ya existente, así como la fatiga residual generada por el ejercicio que estemos realizando. Tanto es así, que la diferente percepción de dolor que cada persona tenemos puede acabar siendo una arma de doble filo: aquellas personas con mayor tolerancia al dolor son capaces de seguir compitiendo en situaciones de fatiga y daño muscular en las que otros deportistas abandonan; pero, al mismo tiempo, el riesgo de incurrir en lesiones por sobreuso o acabar una competición con niveles de daño muscular potencialmente peligrosos para el organismo también se incrementa exponencialmente.

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