La alimentación es un arma vital para potenciar nuestro sistema inmune y evitar así enfermedades. Laura Jorge nos da unas interesantes pautas.

El sistema inmune constituye nuestra principal barrera de protección de nuestro cuerpo frente a las agresiones externas. Podríamos entenderlo como un ejército (donde tenemos soldados más entrenados – específicos – y otros más de “primera línea” – innatos – ) que siempre están en guardia (las células del sistema inmune recorren nuestro cuerpo constantemente, como si hicieran rondas de vigilancia), listos para detectar y atacar a todos aquellos elementos extraños que el cuerpo no identifica como propios para poder deshacernos de ellos lo antes posible y evitar así los efectos dañinos y perjudiciales que nos podrían ocasionar.
El papel de los alimentos en general, y los nutrientes en particular, es muy importante en el desarrollo y preservación del sistema inmune. Como dicen “somos lo que comemos” aunque aquí en la clínica preferimos decir “somos lo que absorbemos” y dependiendo de esto nuestra salud podría ser más o menos óptima, es decir, nuestro estado nutricional sería una de las piezas clave. Por tanto, si actualmente tu alimentación no está en su mejor momento podríamos pensar que el sistema inmune tampoco podría estarlo.
Tener un adecuado estado nutricional permite mantener y reparar los sistemas indispensables para la defensa del organismo, es decir, nuestros soldados. Los tejidos, células y moléculas implicadas en el adecuado funcionamiento del sistema inmune requieren un aporte energético y estructural suficiente, ya que la producción y el recambio celular del sistema inmune requiere un recambio constante. Por esta razón, un adecuado aporte de energía y nutrientes mejora y preserva el adecuado funcionamiento del sistema inmune.
Como hemos expuesto anteriormente para conseguir un buen estado nutricional no podemos hablar ni de nutrientes concretos ni de alimentos (conocidos quizás como súperalimentos) que hagan que, por potenciarlos puntualmente, vayamos a tener mejor capacidad para evitar enfermedades ni que vayamos a pasar por la enfermedad de forma “leve”.
Lo que sí tenemos que tener en cuenta es nuestro estilo de vida en general, ya que las decisiones del día a día cuando son mantenidas y sostenidas a largo plazo son las que realmente generan un impacto en nuestra capacidad inmunológica. No puedes evitar una enfermedad si hace tres días que decidiste empezar a nadar ni por añadirle a todas tus comidas “X” especia que esté de moda.
Recomendaciones para mejorar nuestros hábitos
A continuación, queremos darte unas recomendaciones para que puedas empezar a mejorar tus hábitos, mejor así tu salud y ayudar a tu cuerpo a combatir, cuando sea necesario, cualquier agente que pueda dañarte:
- Valorar tus niveles de vitamina D, ya que está estrechamente relacionada con la capacidad inmunológica. En caso de que a nivel analítico puedas constatar que estás en déficit habría que suplementar.
- Evitar alimentos ultraprocesados ricos en grasas trans/hidrogenadas, aceites vegetales, azúcares refinados y añadidos y sal. Por ello es muy importante que leas los etiquetados y valores si realmente estos productos son necesarios en tu día a día.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en omega 3 como es el pescado azul (salmón, sardinas, caballa…), los frutos secos y las semillas (chía).
- Evitar el consumo de refrescos, bebidas energéticas y el alcohol.
- Fomentar el ejercicio diario que permita mantenerte activo/a siempre adaptada a tus circunstancias y, si es posible, hacerlo al sol para mantener y/o fomentar la síntesis de vitamina C.
- Aumentar el consumo de frutas, verduras, hortalizas y cereales integrales (pan, pasta, arroz).
- Potenciar las carnes magras (pollo, pavo, conejo), pescados magros (bacalao, lubina, rodaballo) y huevo como fuentes proteicas de calidad. En caso de hablar de población vegetariana/vegana asegurar los aportes de proteínas a través de las legumbres, semillas, frutos secos y cereales integrales.
- Utilizar técnicas de cocinado saludables como el vapor, la plancha, el horno ya que requieren poco aceite y evitar los fritos y rebozados, o por lo menos, dejarlos para situaciones muy concretas.
Esperamos que con toda esta información puedas tomar conciencia de que son más importantes las decisiones que tomamos en nuestro día a día para ayudar a protegernos, porque si sigues estos consejos, además de mejorar tu sistema inmune, seguramente podrás evitar la aparición o avance de algún otro problema de salud.
Centro de Nutrición y Psicología Laura Jorge

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