
Han sido y son días invadidos por el tedio, salpicados por el hastío. Las paredes de casa casi nos las sabemos de memoria. Algunos han desgastado las baldosas de su cuarto de estar de tanto que las han contado. Los libros de Murakami hay quien los tiene trillados. Los que hablan de correr y los que no. Estas semanas de confinamiento estamos aprendiendo nombres de ejercicios que ni sabíamos que existían. Nos duelen músculos que no habíamos usado nunca.
No éramos capaces de saber que en un metro cuadrado y con una silla se podían hacer tantas cosas diferentes. Algunas muy útiles, otras muy absurdas… No éramos capaces de vislumbrar que las propias redes sociales iban a separar a los buenos entrenadores (los que son útiles en sus sesiones en directo o grabadas, los que te divierten, los que te ejercitan notando que lo haces bien y te lo pasas mejor) de los malos (los que son un sopor, los que se pasan pensando que somos la Teniente O’Neill entrenando en la celda. Así no, hombre).
Pero claro, ahora que todo acaba… ¡Ay! ahora que todo acaba y vemos la libertad… ¿Qué nos vamos a poner en nuestro primer entrenamiento? ¿Alguien se va a poner un fartlek? Sí, unos cambios de ritmo de esos buenos. ¿O quizás triunfarán mejor unos progresivos, un rodaje fácil, unas series a fuego? ¿Qué estará de moda ahora que ha pasado tanto tiempo?
¿Seremos como la quinceañera que espera su fiesta de los quince años? ¿Seremos como el novio que se mete en su traje para la boda? En plan ilusión, me refiero. A tope de nervios y ganas de estrenar y vivir un gran momento. En esos casos, deberíamos correr elegante, como por ejemplo un entrenamiento de 30 minutos en los que vas de más a menos. De esos que sabes que vas a aguantar porque no son largos y comienzas suavito pero vas acelerando poco a poco y acabas corriendo rápido, pero cómodo. Sin echar el hígado, pero exigiendo. Con zancada elegante. Notando una punzadita los últimos cinco minutos. ¿Sabéis, no?
¿Alguien se va a poner un fartlek? ¿O triunfarán unos progresivos, un rodaje fácil, unas series a fuego?
¿Sería mejor quizás ir como el motero que estrena Harley y va con potencia? A saco. A fuego. Correr hasta notar ese calor que sale de los pulmones. Correr hasta extenuarse. No. Decidido. Correré cómodo. Disfrutando. Sería poco responsable hacer otra cosa, ¿no? Correr tranquilo. Eso es.
Pero claro, ¿por dónde correr? ¿Por la huerta cerca de mi casa? No, que no me encontraré con nadie. O quizás sí porque no me encontraré con nadie. Quizás vaya por zona urbana. Por el Circuit 5K. Aunque igual es por donde más corredores hay. O a lo mejor no y luego va y no hay nadie. ¿Y si salimos ya el lunes o el martes?
Y otra cosa es saber si nos habrán cambiado las costumbres. ¿Ahora nos saludaremos al vernos? ¿O acaso nos miraremos con sonrisa picarona como esos adolescentes que se gustan al cruzarnos unos corredores con otros? Tendremos que poner cara de ‘¡qué ganas teníamos eh!’, ‘tú también has salido el primer día, bribón!’. Y claro, esos primeros días, deberemos guardar sus diez metros por precaución, que no va a ser jauja el primer día. Nada de salir a correr como bisontes. No, corramos elegantes. Con zancada de gacela. Cada uno tiene una gacela dentro. Alguna un poco más coja o más pesada, pero todos somos gacela. Eso es. Salid con mentalidad de gacela y seremos gacela. El primer día yo me pondré piel de gacela para correr.
Aunque el primer día igual no es el primer día. Igual me espero al segundo o al tercer o cuarto día. Que las gacelas se asustan si hay muchos depredadores. Salgamos elegantes, respetuosos, majestuosos y serios. Salgamos sin molestar a los demás, salgamos cívicos, educados, con distancia de seguridad a tope y con sonrisa. Con sentido. Salgamos como lo que somos, la mejor estirpe de humanos: corredores. Salgamos a disfrutar.
PD: Hastío y tedio son dos palabras sacadas a boleo del diccionario y usadas en plan culto únicamente para que los de RUNNING CV nos paguen mejor el artículo. No os creáis.
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