
Fiel a mi promesa de titular cada columna que salga de este confinamiento con uno de los tópicos de esta pandemia, hoy toca Resistiré, que es la canción con la que nos están achicharrando desde que nos metimos en casa. Y al calor del original, del Dúo Dinámico, versiones y más versiones. Suena mucho a las ocho, justo después de que la gente dedique con puntualidad -o quizá no tanta, que en muchas calles, por ansia o puro aburrimiento, se adelantan un par de minutos- los aplausos diarios a todos aquellos que están trabajando por nosotros, por la población.
Cuando concluyen las palmas, la mayoría de la gente se retira para seguir con sus vidas rutinarias, pero justo entonces, otros, hartos precisamente de esa rutina que cada día se hace imperceptiblemente más pesada, se convierten en animadores indeseados. Porque nadie les ha pedido que saquen los altavoces al balcón y se pongan a pinchar música a todo meter o a pegar gritos o a vete tú a saber qué. Porque aquí también emergen las dos Españas. Los que están encantados con el bullicio de balcón y participan entusiasmados, y los que corren la cortina y bajan la persiana abochornados por estas verbenas improvisadas desde las alturas.
Y en esas sesiones de alegría artificial no suele fallar el Resistiré que, curiosamente, es una canción compuesta por Carlos Toro, un reputado periodista, de pluma finísima, especializado en atletismo. Ha triunfado con tanta rotundidad estos días porque esta cuarentena va un poco de eso, de resistir. De resistir sin salir prácticamente a la calle. Y de resistir a las consecuencias de este encierro.
Los maratonianos están mejor preparados para la resiliencia. (…) La preparación de los 42 kilómetros nos hace más fuertes. Resistiremos mejor.
Yo creo que los maratonianos, por razones obvias, están mejor preparados para la resiliencia. Estar familiarizados con un reto como correr 42 kilómetros, con una preparación de varios meses, derrotando un contratiempo tras otro, precisamente para ser capaces de superar ese desafío, nos hace más fuertes. No nos rendimos con facilidad. Por eso yo estoy convencido de que los maratonianos resistiremos (mejor).
Y no pensamos resistir pasivamente. Ni mucho menos. La primera semana nos hicimos con grandes garrafas de agua y tetrabriks de leche para completar nuestro juego de pesas. Los más ansiosos, además, compraron por internet gomas y rodillos. Y los más ricos, directamente una cinta de correr. Así cualquiera. Luego los más prudentes se limitan a hacer todo el deporte que permita su casa y los más desobedientes invaden los lugares comunes, como escaleras o garajes, para poder seguir corriendo. Así que perderemos fondo, pero no fuerza. Y sobre todo, resistiremos. ¿Qué es un encierro que no pueda superar alguien capaz de correr 42 kilómetros?
Deja una respuesta